Son los dos males con los que nos enfrentamos últimamente. La soledad porque a Brilyn, mi perra, no le gusta nada, pero nada de nada, quedarse sola; y el mal tiempo, porque estos días entre la nieve y la lluvia, es toda una odisea salir con ella a la calle.
Me resulta imposible dejarla sola en una habitación por más de 10 minutos sin que salga corriendo a buscarme, a mí o a cualquier otro ser humano que haya en la casa. NI mucho menos hablemos de dejarla sola en casa, o sola en un cuarto con la puerta cerrada, que se pone a llorar y a dar vueltas como un alma en pena.
He reflexionado sobre ello, y creo que lo que puede pasar es que la familia de acogida que la tuvo durante su primer año de vida nunca la dejó sola. Es más, recuerdo que el día de las familias en Rochester, cuando vino Jim, el señor que había criado a Brilyn, me dijo que era una perra muy cariñosa, a la que le gustaba estar siempre en contacto físico con la gente, que si estabas viendo la TV, leyendo, o haciendo cualquier otra cosa, aunque no la estuvieras prestando atención, ella se conformaba con estar a tus pies, siempre cerca.
Eso puede ser muy bueno, pero al mismo tiempo es terrible. Así ni ella ni yo podemos tener un poco de independencia. Le cuesta muchísimo despegarse de mí, y aunque ya voy consiguiendo que se quede a veces con mis padres, con mi hermano o con mi novio sin estar yo delante, el tema de quedarse completamente sola no lo soporta. Y eso no es bueno, porque alguna vez llegará el día que no pueda llevarla a algún sitio, y tenga que quedarse un rato sola en casa, porque no siempre habrá alguien que pueda quedarse con ella.
Si no consigo que se acostumbre poco a poco a quedarse sola, el día que le toque, no va a soportarlo y nos va a montar el espectáculo.
Si tenéis perro guía, por favor, contadme qué tal se quedan vuestros perros cuando les dejáis solos. ¿Se quedan tranquilamente o les cuesta?
Lo del mal tiempo, bueno, supongo que es inevitable. El lunes amanecieron las calles blancas, de la nevada que había caído por la noche, así que cuando bajé a Brilyn a la calle, iba chupando el suelo todo el tiempo, jajaja.
Lo malo es que estos días que está el suelo tan mojado, se resbala mucho, y llega a casa empapada. Yo procuro quitarle toda la humedad que puedo con una toalla, sobre todo le intento secar las patas, la tripa y el lomo. Pero a veces no es suficiente, y tengo que echar mano del secador.
Aún así, es un rollo, da mucho trabajo, y cuando se sacude, lo pone todo perdido. Está el pasillo y el suelo de mi cuarto lleno de pisadas y de pelos... Qué desastre xD
Pero, bueno, vamos tirando como podemos.
A ver si llega pronto la primavera, deja de llover tanto, y así podemos salir a dar paseos más largos, sin riesgo de mojarnos.
Por cierto, felicidades a los que os haya tocado la lotería. A los que no, como a mí, nos tocará conformarnos con tener buena salud, y el que pueda, que siga trabajando, que hoy en día tener trabajo es la mejor de las suertes.
2 comentarios:
Es muy pequeña aún, pero creo que tienes razón y el problema radica en que nunca la han dejado sola y cambiar eso llevará tiempo, pero con pasos firmes poquito a poco se irá consiguiendo
A mi con Imelda me pasaba algo parecido, tenía ansiedad a la separación y cuando la dejábamos sóla montaba unos pollos tremendos.
No sé si sigues teniendo el problema,prueba a que se quede en su sitio y sal de casa sin despedirte y vuelve a los dos minutos, cuando entres no la saludes, entra como si tal cosa. Cada vez vete espaciando más el tiempo que estás fuera, hasta que la perra se dé cuenta que no pasa nada y así no estará esperando impaciente a que vuelvas. Yo al final conseguí que Imelda se quedase tumbada en su alfombra tranquilamente, cuando entraba simplemente me miraba y seguía en sus cosas hasta que la llamaba.
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